Articulo de opinión: Los beneficios de la lectura

Los beneficios de la lectura

Las nuevas generaciones están cometiendo un gran error, ellos leen, pero muy poco. Así quedó demostrado en la encuesta de entretención y gustos que realizó el equipo de periodismo a la generación 2021, en donde solo el 9,1% del total de encuestados prefiere leer en su tiempo libre, una estadística preocupante, debido a la variedad de beneficios que trae el ejercicio de la lectura y que serán presentados en el desarrollo de este artículo. Si bien nos llama la atención que sean muy pocos los alumnos interesados en leer, esto se puede mejorar a través de la motivación académica que podría realizar el colegio y también, dando a conocer a las nuevas generaciones del colegio,  lo muy importante que es la lectura, junto con todos las ventajas que les traerá leer de vez en cuando para su futuro.

Seamos prácticos, la lectura es un agradable pasatiempo para muchas personas, como también es una obligación y un ejercicio aburrido para muchas otras. Esto último se puede ver reflejado en la investigación realizada por Cerlac-Uneso para medir los hábitos de lectura en seis países de Latinoamérica, que muestra que tras los argentinos (70%), los chilenos son los que más libros leen en la región: un 51% dice hacerlo y un promedio de 5,4 libros al año.

Y aunque las cifras son positivas hay un gran pero: a diferencia de los argentinos no leemos por gusto, sino por obligación, principalmente, por razones académicas y laborales. Así lo revela el informe que muestra como mientras en Argentina y Brasil un 70% y 47% de las personas lee como una forma de recrearse, en Chile esa cifra apenas llega al 7%.

Pero ¿por qué deberíamos leer si es tan “aburrido”? necesitamos y debemos leer puesto que favorece la concentración y la empatía, previene la degeneración cognitiva y hasta predecir el éxito profesional son sólo algunos de los beneficios encubiertos de la lectura. Sin contar que “el acto de leer forma parte del acto de vivir”, dice el ex ministro Ángel Gabilondo, catedrático de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid y autor del reciente ensayo Darse a la lectura (RBA). Para Gabilondo, la lectura “crea, recrea y transforma. Una buena selección de libros es como una buena selección de alimentos: nutre”. Entonces, si leer es muy beneficioso ¿por qué nos cuesta tanto? según Vaughan Bell, polifacético psicólogo e investigador del King’s College de Londres, “la capacidad de concentrarse en una sola tarea sin interrupciones representa una anomalía en la historia de nuestro desarrollo psicológico”. Y aunque antes de la lectura cazadores y artesanos habían cultivado su capacidad de atención, lo cierto es que sólo la actividad lectora exige “la concentración profunda al combinar el desciframiento del texto y la interpretación de su significado”, dice el pensador Nicholas Carr en su libro Superficiales (Taurus). Aunque la lectura sea un proceso forzado, la mente recrea cada palabra activando numerosas vibraciones intelectuales.

Aunque no sea lo más simple o divertido, leer desde temprana edad será una ventaja que tendrás sobre los demás en un futuro, así lo postula un estudio de la Universidad de Oxford, en el cual también se afirma que la lectura por placer predice el éxito profesional. Quien fue un ávido lector en su adolescencia tiene más posibilidades de triunfar en su madurez. Durante más de dos décadas, el equipo de investigación del psicólogo Mark Taylor analizó los hábitos y actividades de casi 20.000 jóvenes con ánimo de conocer qué actividades predecían el éxito profesional al cumplir 30. Ninguna práctica extracurricular –como hacer deporte o ir al cine–, evaluadas junto a la lectura, lograron tener un impacto significativo en el éxito profesional. Sólo la lectura. Las mujeres que a los 16 años leían libros por puro placer tenían el 39% de probabilidades de alcanzar un puesto de gerencia frente al 25% de las mujeres no lectoras. Para los hombres, que suelen tener más posibilidades de llegar a altos puestos directivos, la cifra pasaba de un 48% entre quienes no leían a los 16 años, a un 58% entre los que sí lo hacían.

Si bien hay que ser crítico frente al mal hábito que tienen estas nuevas generaciones al no dedicarle tiempo a la lectura, también hay que ser consciente de que los adolescentes de hoy en día tienen muchas más distracciones de las que tenían, por ejemplo, nuestros padres, con esto me refiero a las redes sociales y a los avances tecnológicos, si uno se pone a pensar en todo el tiempo que puedo pasar en el celular haciendo diferentes cosas, y que estas últimas me diviertan, no terminaría nunca. En cambio, nuestros papás tenían un número mucha más reducido de cosas para hacer que los divirtieran y por eso es que probablemente ellos leían mucho más que nosotros a nuestra edad.

Para arreglar – en mi opinión – este problema en el colegio, recomendaría hacer presentaciones al primer y segundo ciclo sobre lo divertido y beneficioso que puede ser la lectura, poniendo énfasis en los pequeños (12 años hacia abajo), puesto que son más influenciables que los alumnos más grandes (séptimo básico a cuarto medio).

 Además, se debería establecer un taller de lectura obligatoria, de dos horas de clases, semana por medio, alternando con antropología cristiana, debido a que este “nuevo ramo” sería sin nota directa al libro, al igual que como lo es la asignatura previamente nombrada. En este nuevo taller, los alumnos deberán traer un libro de su gusto o pedir uno desde la biblioteca, para obviamente, leerlo, y el colegio, para motivar y que sea efectiva la lectura, premiará con décimas y notas al libro por leer un libro  completo. Y por otro lado, castigará a los que hagan mal uso de las horas del taller.

Por último, haría que los alumnos eligieran el libro que quieran leer mes a mes para las pruebas de lectura que realiza el colegio, en vez de que este último establezca una lista año a año. Aunque en esta elección, también participaría la profesora de lenguaje, dando su voto y recomendándonos que sería lo mejor para nosotros y para mantener un nivel de lectura en relación a nuestra edad.

En conclusión, los adolescentes leen muy poco, puesto que, primero, no se les incentiva a leer como se debería. Segundo, porque desconocen de los múltiples beneficios de la lectura. Y, tercero, porque tienen a la mano muchas cosas para divertirse, gracias a la tecnología y a la existencia de redes sociales. Esto definitivamente tiene que cambiar, y espero que con la ayuda de este artículo, motive a algunos niños a interesarse más por leer.

José Pablo Rodríguez Carrasco
Taller de periodismo
23/10/17

III A

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